Una de las mejores decisiones de mi vida fue haberme venido a estudiar a la Universidad de Aberdeen en Escocia.

Llevaba 14 años trabajando como estadística en Chile y si bien me gustaban mi trabajo y mi vida sentía que me faltaba algo. Tras un año de consideraciones me di cuenta de que lo que quería era dedicarme a la escritura. Y ahí fue cuando las dudas y los miedos me inundaron ¿por dónde empiezo? ¿estudio una carrera o simplemente escribo algo? ¿en mi país o en el extranjero? Y si me voy fuera de Chile, ¿a dónde me voy? ¿tendré las capacidades suficientes para sacar adelante mis estudios? ¿me alcanzará el dinero? ¿valdrá la pena arriesgarse a los 46 años?

Escogí estudiar un Master de Literatura en Escritura Creativa en el Reino Unido porque sus programas curriculares estaban orientados a la práctica más que a lo académico. Y de todas las universidades sobre las que averigüé y a cuyos Virtual Open Days asistí la de Aberdeen me pareció la más cercana a los estudiantes y dispuesta a entregarnos todas las herramientas necesarias para sacar adelante exitosamente nuestros estudios y al mismo tiempo nutrirnos de una vida social y cultural enriquecedora. Adicionalmente, los profesores de mi Master tenían mucha experiencia en sus respectivas áreas, por lo que tanto sus clases como su feedback sobre mis trabajos fueron invaluables, así como también lo fueron su constante apoyo y estímulo. 

En la Semana de Bienvenida la Universidad desplegó un sinfín de actividades orientadas a ayudarnos a los estudiantes nuevos a sentirnos bienvenidos e incluidos y, también, para guiarnos tanto en lo académico como en lo cotidiano. 

Gracias a todo esta organización pude abrir mi cuenta email de la universidad, aprendí a usar la plataforma MyAberdeen (donde se aloja gran parte de la información de la universidad así como también de los cursos que estudié), obtuve los documentos necesarios para abrir una cuenta bancaria, me inscribí en una charla sobre cómo manejar eficientemente nuestras finanzas, realicé un tour para conocer el campus (que en sí es un monumento, ya que cuenta con más de 500 años de historia) y sus alrededores (la librería local, los cafés, el pub y el jardín botánico, entre otros) así como la biblioteca de última generación; me inscribí en la Sociedad de Yoga y la de Escritura Creativa, asistí gratuitamente al festival literario WayWord y a sus workshops, y conté con una membresía a la villa deportiva, fui a cafés y asados organizados por AUSA (Aberdeen University Students' Association) donde conocí a estudiantes de otras carreras y de variadas nacionalidades. 

A su vez, la Escuela de Lenguaje, Literatura, Música y Cultura Visual organizó una reunión para que los estudiantes conociéramos a los profesores de la Escuela y a quienes serían nuestros compañeros y, también, para orientarnos sobre qué cursos tomar y cómo inscribirnos en ellos. 

Durante el año en que estudié el Master tuve la oportunidad de contar con un tutor personal, de acudir a la asociación de estudiantes cada vez que los necesité y de acceder al servicio de carreras y empleabilidad quienes me asesoraron en la búsqueda de trabajo (CV, entrevistas, etc.). Disfruté preparando mi tesis y me gradué con mención.

En este año conocí a mi actual pareja y a dos grandes amigas con las cuales mantenemos contacto regularmente a pesar de que ahora estamos en países tan distintos como distantes. Con ellos fui a conciertos, restaurantes, pubs, obras de teatro, standup comedy, cine, fiestas, castillos, Highland Games, picnics en la playa, excursiones en las montañas, entre otros, tanto en Aberdeen como en el resto de Escocia.

No voy a negar que venir a una nueva ciudad, en otro idioma (y adaptarse al acento escocés), estudiar de nuevo, estar lejos de mi familia y amigos me resultó un poco abrumador al principio. Las inseguridades y reparos se hicieron muy presentes cuando llegué a Reino Unido. Sin embargo, todo eso se hizo más llevadero no solo con el apoyo de la universidad sino también porque ésta propicia un ambiente de inclusión, de aprendizaje, de intercambio cultural en donde todos quienes estudiamos acá estábamos abiertos a conocernos, a acompañarnos y a crear comunidad. 

A casi un año de haberme graduado no puedo evitar sonreír cada vez que recuerdo mi paso por el Master, mi corazón se acelera de alegría y tengo la certeza de que ésta fue una de las mejores decisiones de mi vida porque me ha hecho feliz.

-Claudia